Jueves, 16h30 de la tarde. El evento estaba previsto a las 19h pero por razones conocidas, ha tenido que adelantarse. El tiempo es agradable, estamos en el patio de la Sala el Cachorro, en Triana. Las sillas ordenadas, huele a dama de noche. Unas cuarenta personas están tomando tes, roiboos o cafés esperando a que empieza la presentación del libro.
Organizar eventos culturales de manera segura se presenta cada día de manera más complicada. Pero aquí estamos, mascarillas bien puestas, distancia respectada, aire en el pelo y orejas preparadas para escuchar lo que nos tiene que contar Marta Sanz.
Filóloga, escritora, doctora, ganadora de varios premios como el Premio Herralde de novela (2015), el Ojo Crítico de Narrativa (2001) o el XI Premio Vargas Llosa de relatos; se sienta. Pelo gris, gafas redondas y voz asegurada, empieza a contarnos la historia de su último libro «pequeñas mujeres rojas».
Su discurso es claro, cada palabra conlleva imágenes y se nota el peso de su sabiduría en cada frase. Lo que escribe no es solo entretenimiento. Se mezclan inquietudes sociales, políticas y poéticas. Y nos lleva con ella en las metáforas de animales callados, observando un mundo que tiene tanto que denunciar. Fosas comunes, transición, guerra civil, historias de mujeres rotas … Fantasmas que viven con nosotras.
La autora nos presenta aquí un trabajo sobre la memoria histórica y una denuncia sobre las violencias contra las mujeres. Mezcla el mundo onírico y los símbolos para hacernos reflexionar. Nos habla de problemáticas enterradas todavía muy presentes. El arte para denuncia política, para salir de la caverna y abrir los ojos sobre asuntos que aún no queremos ver.
Aquí os dejo con el resume de «pequeñas mujeres rojas» :
«Paula Quiñones llega a Azafrán para localizar fosas de la Guerra Civil. Nada más poner su pie cojo en el pueblo siente que el cielo se encapsula sobre ella y una goma invisible tira de su cuerpo para alejarla de su destino: el hotel de los Beato, ubicado junto a un cartel en el que se lee «Azufrón». Ese verano Paula mantendrá correspondencia con Luz, suegra del detective Zarco y, junto con él, uno de los personajes principales de Black, black, black: le contará sus amores con David Beato en un hermoso jardín. También le descubrirá sus temores respecto a la existencia de un delator y le relatará las leyendas familiares que alimentan el estómago del hotel. Mientras tanto, Analía, madre de David, cuida amorosamente de Jesús Beato, dulce patriarca que acaba de cumplir un siglo, y atiende a los mensajes que este le sopla al oído… Y, con Zarco ausente, viviendo las peripecias de Un buen detective no se casa jamás, una atmósfera gelatinosa y endogámica amenaza con aplastar a Paula. El western expresionista se enturbia hasta llegar al extremo de un terror habitado por animales que podrían hablar pero permanecen mudos; una niña que quiso ser cantante y peona caminera; y una famélica legión, sarcástica y piadosa, putrefacta y descacharrante, de fantasmagóricos niños perdidos y mujeres muertas que reclaman, contra el signo de los tiempos, «lea despacio…”